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Parroquia San Francisco de Paula y San Antonio de Padua

Conoce la historia de la parroquia

La Parroquia de San Francisco de Paula y San Antonio de Padua fue creada oficialmente el 4 de junio de 2008, por decreto del cardenal-arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco Vicente, fusionando dos parroquias históricas.

Templo de San
Francisco de Paula

El templo de San Francisco de Paula, ubicado en el barrio de La Muntanyeta, tiene una historia rica que se remonta a su construcción en 1891, financiada con donaciones de los vecinos. Esta ermita de una sola nave, con un estilo arquitectónico sencillo, cuenta con una espadaña de doble nicho y un rosetón que le dan un aspecto clásico y modesto. En 1961, se inició la construcción de un nuevo templo en la misma zona, que fue inaugurado el 9 de junio de 1973. 

Este nuevo edificio, diseñado por los arquitectos Francisco García González y Pablo Soler Lluch, destaca por su planta trapezoidal y su integración arquitectónica con el entorno. El interior es especialmente interesante por sus elementos decorativos, como el relieve central en el presbiterio, obra de Nassio Bayarri, y una talla de San Francisco en madera realizada por Esteve Edo.

Este templo refleja tanto la devoción de los feligreses como la evolución arquitectónica del barrio, siendo un espacio que combina tradición y modernidad al servicio de la comunidad.

San Francisco de Paula

San Francisco de Paula nació en 1416 en Paula, Italia, y fue un hombre de profunda fe desde muy joven. A los 14 años comenzó a vivir como ermitaño y, a los 19, reunió a un grupo de compañeros religiosos, dando origen a la orden de los Mínimos, caracterizada por el lema «Charitas» que le fue revelado en una visión del Arcángel San Miguel. Esta orden se destacaba por su voto de vida cuaresmal perpetua, con la prohibición de consumir carne y productos derivados.

El Papa Sixto IV lo envió a Francia para asistir al rey Luis XI en sus últimos días, donde San Francisco fundó un convento en Tours. Modificó las reglas de su orden en varias ocasiones, hasta obtener la aprobación final del Papa Julio II. Falleció el 2 de abril de 1507 y fue canonizado en 1519 por el Papa León X. Posteriormente, el Papa Pío XII lo proclamó patrón de la gente de la mar italiana en 1943, y en 1962, el Papa Juan XXIII lo nombró patrón de Calabria, Italia.

En Carcaixent, la devoción a San Francisco de Paula está documentada desde 1770. En 1880, se fundó la Comunidad de San Francisco de Paula en la localidad, lo que impulsó su culto popular. Entre las representaciones artísticas del santo destacan la imagen titular tallada por Francisco Teruel Francés en 1941 y otra en el altar mayor, obra de Esteve Edo, así como pinturas y un retablo cerámico de Salvador Aguilella Vidal que adorna la antigua ermita

Templo de San
Antonio de Padua

La devoción de Carcaixent hacia la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte tiene sus raíces en el siglo XVII, destacando por su poder milagroso. Según la tradición, la imagen se veneraba en la ermita de San Antonio de Padua, aunque permanecía casi olvidada hasta que un fraile franciscano la resaltó. Con el tiempo, los habitantes de Carcaixent la adoptaron como símbolo de fe y protección, especialmente durante momentos de crisis. En 1834, cuando el cólera afectó gravemente la región, el pueblo realizó rogativas al Cristo y, milagrosamente, la epidemia cesó. Agradecidos, los vecinos hicieron un voto perpetuo de celebrar una fiesta anual en su honor. 

A lo largo de los años, esta devoción se ha renovado en varias ocasiones, especialmente durante otras epidemias de cólera en 1854 y 1865, cuando nuevamente la imagen fue sacada en procesión para pedir su intercesión.

Durante la Guerra Civil Española, en 1936, la imagen original fue destruida, pero una versión destinada a las visitas domiciliarias logró salvarse gracias a la valentía de algunos ciudadanos, quienes la escondieron hasta que la contienda terminó. Tras su restauración, el Santísimo Cristo volvió a ocupar un lugar de honor en la ermita de San Antonio.

A lo largo de los años, se han organizado varias celebraciones para conmemorar su protección milagrosa, incluyendo una fiesta centenaria en 1965. Esta imagen es símbolo de fe y esperanza para el pueblo, y su culto continúa con la celebración anual de su fiesta el 6 de agosto, con actos religiosos, procesiones y eventos populares.

San Antonio de Padua

San Antonio de Padua, cuyo nombre original era Fernando Martins de Bulhões, nació en Lisboa en 1195, en una familia noble. A pesar de la oposición de su familia, decidió seguir una vida religiosa, primero como agustino y luego como franciscano, adoptando el nombre de Antonio en honor a San Antonio Abad. Su vida se caracterizó por su profundo conocimiento teológico y su habilidad para predicar, lo que le valió el reconocimiento de San Francisco de Asís, quien lo nombró maestro en teología.

San Antonio viajó por Europa, predicando en el norte de Italia y el sur de Francia, y luchó contra la herejía cátara. En 1231, después de predicar en Padua, falleció de agotamiento. Solo un año después, fue canonizado por el papa Gregorio IX. A lo largo de los siglos, su tumba en la Basílica de San Antonio en Padua se ha convertido en un lugar de peregrinaje.

Se le atribuyen muchos milagros, y es conocido como el protector de los trabajadores, viajeros y comerciantes. También es popular entre quienes buscan su ayuda para encontrar objetos perdidos o para pedir por relaciones amorosas. Su festividad se celebra el 13 de junio, y es representado frecuentemente con una azucena, el niño Jesús y un libro, símbolos de su pureza, sabiduría y cercanía con Cristo.

En la Comunidad Valenciana, San Antonio es venerado en diversas festividades, y su imagen ha sido inmortalizada en esculturas y cerámicas que aún se conservan en iglesias y hogares.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte

La devoción de Carcaixent hacia la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte tiene sus raíces en el siglo XVII, destacando por su poder milagroso. Según la tradición, la imagen se veneraba en la ermita de San Antonio de Padua, aunque permanecía casi olvidada hasta que un fraile franciscano la resaltó. Con el tiempo, los habitantes de Carcaixent la adoptaron como símbolo de fe y protección, especialmente durante momentos de crisis.

En 1834, cuando el cólera afectó gravemente la región, el pueblo realizó rogativas al Cristo y, milagrosamente, la epidemia cesó. Agradecidos, los vecinos hicieron un voto perpetuo de celebrar una fiesta anual en su honor. A lo largo de los años, esta devoción se ha renovado en varias ocasiones, especialmente durante otras epidemias de cólera en 1854 y 1865, cuando nuevamente la imagen fue sacada en procesión para pedir su intercesión.

Durante la Guerra Civil española, en 1936, la imagen original fue destruida, pero una versión destinada a las visitas domiciliarias logró salvarse gracias a la valentía de algunos ciudadanos, quienes la escondieron hasta que la contienda terminó. Tras su restauración, el Santísimo Cristo volvió a ocupar un lugar de honor en la ermita de San Antonio.

A lo largo de los años, se han organizado varias celebraciones para conmemorar su protección milagrosa, incluyendo una fiesta centenaria en 1965. Esta imagen es símbolo de fe y esperanza para el pueblo, y su culto continúa con la celebración anual de su fiesta el 6 de agosto, con actos religiosos, procesiones y eventos populares.

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